miércoles, marzo 09, 2011

E A T: "Ellas y ellos en la escuela" por el Lic. Gabriel Brener

Manuel tiene 5 años, es domingo y va para la cancha con su papá, se detienen en un kiosco por una gaseosa, a él lo tienta una atractiva muñeca con los colores de su equipo y le pide a su papá si se la puede comprar. El kiosquero interrumpe su deseo y con su mejor sonrisa pedagógica señala que es para una nena. Ya en la cancha de su equipo del alma, subiendo con prisa los escalones de la popular, Manuel tropieza y se golpea una rodilla, y el grito de su llanto se confunde con el ensordecedor recibimiento del local. Aunque un testigo de su llanto lo palmea en la espalda y le agrega, vamos nene que los hombres no lloran! Luego de un rato la impaciencia del empate se apodera de la hinchada y entonces el cantito de siempre crece como una ola… a estos putos le tenemos que ganar!...

Una escena de domingo, un padre y su hijo. Al día siguiente la escuela, preescolar, Manuel llega con su bolsita celeste, igual que sus amigos, las de las nenas son rosas. Las cuelgan en percheros diseñados por sus maestras, con leones para ellos y flores para ellas.

Lo masculino y lo femenino no es algo que venga dado, aunque algunas de las cuestiones mencionadas parezcan tan naturales como la puesta del sol. Se trata de una construcción que tiene mucha historia y que siempre está condicionada por el contexto en que se vive, el tipo de sociedad y familia de pertenencia, y ciertas circunstancias políticas, sociales y culturales. Que un pibe vaya a la cancha con su papá, que la muñeca sea para una nena, que hay colores o animales para ellos y para ellas, que llorar no es cosa de nenes, son patrones culturales que se van aprendiendo.

En las escuelas existe lo que se conoce como curriculum formal u oficial, es decir un conjunto de conocimientos, valores, habilidades que la escuela tiene que enseñar. Podríamos pensarlo como una norma pública que el Estado tiene que garantizar a la población estudiantil. La ley de Educación sexual (2006) es un ejemplo de norma pública. Otro muy reciente que abarca a toda la sociedad es la ley de matrimonio igualitario (2010). Aunque una como otra sean valiosos y necesarios puntos de partida no garantizan por si solas el cumplimiento de dichas normas. Hay muchas escuelas que por razones religiosas o de otro tipo miran para otro lado, y de educación sexual, bien gracias. También hay jueces que se han resistido a casar personas del mismo sexo.

Pero así como hay cosas que se dicen, se votan, se convierten en leyes, hay muchas otras que no se dicen, de las que no se habla y suelen atar creencias, vivencias y formas de vida con mucha fuerza. En la escuela también existe lo que se conoce como curriculum oculto, que refiere a diversos saberes, normas, valores, acciones que los adultos transmiten cotidianamente sin ser absolutamente conscientes de dicho pasaje. Y justamente en la condición tácita de dicha transmisión reside su mayor eficacia. Allí entonces se ponen en juego y ponderan las desiguales relaciones de poder entre varones y mujeres, padres y madres, pobres y ricos como una cosa natural. Quizás, para comprender mejor esta noción de curriculum oculto en la escuela bien vale la comparación de lo que a uno le sucede como padre en torno a la crianza de sus hijos. Notamos que ellos aprenden no tanto por lo que les decimos que hagan, sino especialmente por lo que ven que nosotros hacemos.

La perspectiva de género permite justamente desnaturalizar el vinculo entre sexos, para reponer las condiciones políticas que hacen posible comprender las formas de construcción de lo femenino y lo masculino, las representaciones dominantes en cada caso y de cómo atraviesan nuestros modos de hacer y pensar.

A lo largo de la historia, la iglesia, la familia, la escuela, los medios de comunicación, entre otros, han contribuido en la construcción de estereotipos de género a través de creencias, modos de nombrar, configuración de las relaciones sociales y de las formas de ejercicio del poder, estableciendo jerarquías a varones y a mujeres desde muy pequeños. Jerarquías que han cobrado mayor o menor institucionalidad, pero han sido igualmente eficaces para quebrantar deseos, interrumpir proyectos, secuestrar oportunidades, en especial al grupo de las mujeres.

Frente a las luchas y conquistas de las mujeres en el plano familiar, social, laboral, así como en la mejora del desempeño escolar, surgen discursos y acciones ligados a una nostalgia moralizante del tiempo pasado que disparan con estrategias victimizantes. Por un lado, plantean la victimización de la familia, de su crisis, del peligro de su disolución, cuando en realidad lo que no toleran es el protagonismo de la mujer en la vida social. Pero también hay quien victimiza a los “pobres muchachitos”. Basta recordar al diputado mendocino Rogelio Gil que hace un par de años pretendía justificar los casos de presuntos abusos sufridos por un grupo de chicas en Potrerillos para el día del estudiante. “Lo que pasó no es tan así, los chicos tienen que huir de las chicas”, explicaba con ironía, agregando que el lo entendía como actitudes provocativas de las adolescentes. “"A lo mejor nosotros los varones vamos a tener que comenzar un movimiento pro-varonil: en el mundo moderno, vamos a quedar afuera".<!--[if !supportFootnotes]-->[1]<!--[endif]-->

En mi experiencia como director de una escuela secundaria en la provincia de Buenos Aires recuerdo a más de un profesor que consideraba a las alumnas en inferioridad de condiciones naturalizando así las calificaciones diferenciadas, Recuerdo en particular a un profesor, con prestigio entre las familias y los ex alumnos. Enseñaba Física. Dato no menor, puesto que se ha constatado que es en asignaturas como esta donde se observa más segregación a las alumnas. Entonces parecería que existen ciencias “duras” para ellos y “blandas” para ellas. A tal efecto, no es menor el dato del predominio masculino en las escuelas técnicas, actualmente, por suerte, con matricula femenina en ascenso.

“Robert Connell señaló que tanto la tecnología como la ciencia occidental están culturalmente “masculinizadas”. Sostuvo que más allá del hecho de que la mayoría de científicos sean hombres, el sesgo de género se encuentra en el tipo de discurso impersonal de la ciencia y en las estructuras de poder de ámbitos académicos. “<!--[if !supportFootnotes]-->[2]<!--[endif]-->

En el universo adulto de la escuela la proporción de hombres es muy baja, aunque al igual que en el mundo del trabajo mientras se va ascendiendo en la escala jerárquica se produce el efecto inverso. Para revisar las relaciones escolares de género es interesante explorar las maneras en que se construye la masculinidad. Y más aun en una sociedad en que la escuela ha perdido el lugar de monopolio del saber y debe compartir escena con otros mediadores educativos, especialmente los medios de comunicación, y todas las variantes de la cibercultura.

Podemos plantear distintos modelos de masculinidad. Por un lado, la TV (niños, niñas y adolescentes consumen muchísimas horas) en la que prevalece un desfile de deportistas que se “luquean” como modelos publicitarios, periodistas deportivos que intentan lo mismo, conductores “exitosos”, o superhombres que ganan cualquier batalla. Por otro lado, y en especial en el caso de los adolescentes, es muy fuerte el peso del grupo de pares, y en ellos suele cotizar alto la figura masculina del más fuerte, más agresivo, “el que más se la banca”. Y finalmente otra fuente de masculinidad, quizás la más arraigada en el sentido común, es la que considera lo masculino como todo aquello no femenino. Entonces cualquier gesto de sensibilidad, una caricia, un abrazo, su manifestación verbal se traduce en antivalor para ser hombre.

La perspectiva de género, la historia de lucha de tantas mujeres y su notable protagonismo social y político, así como la ambición por construir una sociedad cada vez más igualitaria y más justa, quizás nos permita también explorar otras formas de construcción de masculinidades, que rompa con los estereotipos de modelos “exitosos” del mercado o de la más rancia tradición machista.

Que puedan multiplicarse los hombres comunes y corrientes que se animan a jugar de igual a igual, con quien sea, ofreciendo a los más pequeños una masculinidad que pueda negociarse a gusto de cada quien, leyendo cuentos y diciendo te quiero.

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Columna de Educación del miércoles 9 de Marzo de 2011, en el programa Uno nunca sabe, por las mañanas de la Radio AM 750. Buenos Aires. Argentina.

- Gabriel Brener es Lic. Educación (UBA) y Especialista en Gestión y Conducción del Sistema Educativo (FLACSO). Capacitador y asesor de docentes y directivos de escuelas. Docente de la UBA y de la FLACSO. Ex director de escuela secundaria. Co-autor de “Violencia escolar bajo sospecha” 2009 Ed. Miño y Dávila Bs As.

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<!--[if !supportFootnotes]-->[2]<!--[endif]--> Faur, E. “Masculinidades y desarrollo social. Las relaciones de género desde la perspectiva de los hombres”. Arango Editores, 2004, UNICEF , Colombia