domingo, abril 10, 2011

E A T: "FRACASAR" por Carlos Skliar


Ser fervientes devotos del fracaso antes de tiempo, del fracaso joven, del fracaso que comienza antes de saber que es lo que queremos, del fracaso que anticipa el límite, del fracaso que duele y mata, del fracaso que sobreviene siempre primero a la acción, siempre primero a la afirmación siguiente.

¿Y es que hay acaso otra cosa que el fracaso? ¿No se fracasa, por ejemplo, en el combate cuerpo a cuerpo con la muerte? ¿En la búsqueda infructuosa de un amor que nunca llega a tiempo? ¿En la desesperada y torpe asimilación del saber? ¿En la cruel pérdida de la memoria de la infancia? No, no hay otra cosa que el fracaso. Aunque algunos insisten en decir que del fracaso algo se aprende.

Lo que se aprende del fracaso no es nunca lo que queremos aprender. Si lo que hacemos es intentar perforar el destino con nuestras manos, que aprendamos que no hay modo de ir hacia delante como quisiéramos no nos enseña sino a detenernos. Y si lo que queríamos aprender del amor es a amar, pues la falta de amor no nos enseña sino a desamarnos.

Ya sabemos que hay fracasos y fracasos. Que hay dolores y dolores. Que hay miedos y miedos. Que hay corazones y corazones. Entonces: ¿para qué demorar el fracaso? ¿Para qué insistir en la quimera del Paraíso, en la voluntad de la sabiduría, en la ingenua posesión de los bienes? ¿Para qué estirar la agonía, para qué repetir una y otra vez la frontera de la propia soledad?

Ya lo ha escrito Nietzsche: Hay fracasos, entonces, no fracasados. Hay que insistir en el fracaso y no quedarse durmiendo en los laureles de ser un fracasado.

La vida fracasa, pero vivimos. El amor fracasa, pero amamos. El sueño fracasa, pero soñamos El tiempo fracasa, pero duramos. El cuerpo fracasa, pero respiramos. La única distracción para el fracaso es el pensamiento débil, el gesto mínimo, la pequeña palabra, la tímida emoción. Hoy, en Preferiría no hacerlo, nos toca pensar y sentir el fracaso.

Porque, al fin y al cabo: ¿qué otra cosa podemos hacer sino fracasar una y otra vez? ¿No es mejor sentirse fracasado y andar disimuladamente por la vida? ¿O acaso es bueno sentir exitoso, si para ello, seguramente, habrás tenido que morder el polvo de la humillación, matar a alguien y evitar todo el tiempo la fragilidad de tu alma?

Hay fracasos, claro que sí. Y desde aquí alentamos, proponemos, sugerimos y contribuimos a que fracasemos todos lo antes posible, eso sí, sin desearle a nadie el mote de “fracasados”. Al contrario, para quien ose fracasar y de ello no aprende nada, y vuelva a buscar denodadamente el fracaso, tiene aquí nuestro mayor respeto, nuestra mayor admiración.

Pero no subestimemos al fracaso: no fracasemos en cualquier cosa. Es que no da lo mismo fracasar en el amor que fracasar en un juego de azar. No da lo mismo fracasar en el saber que fracasar en una ortografía. No da lo mismo fracasar en la amistad que fracasar en un llamado telefónico. No da lo mismo fracasar en la caricia que fracasar en el propio ego.

Y escuchemos, otra vez, a Nietzsche: “En el hombre, como en todas las demás especies animales, hay un excedente de individuos fracasados, enfermos, degenerados, que sufren necesariamente. Los casos de éxito son siempre excepciones raras, si se considera que el hombre es animal ‘cuyas cualidades aún no están fijadas’. Pero hay más aún, Cuanto mejor representa un hombre el tipo de la especie superior, tanto más disminuye el número de sus posibilidades de éxito”.

Por eso: dejarse fracasar lo más rápido que se pueda y con todo el tiempo libre que se tendrá poder pensar en nuevos y magníficos fracasos. Dejarse fracasar lo más rápido que se pueda y así, con las horas y los días que queden a entera disposición, poder seguir imaginando cientos y cientos de fracasos interminables.

FRACASAR (1):

No tener éxito. Frustrarse, tener resultado adverso, no llegar a buen fin.

FRACASAR (2):

“Y porque fracasasteis en grandes cosas ¿Es ésta una razón para que os sintáis fracasados? Y si habéis fracasado vosotros ¿Es está una razón para que haya fracasado el hombre? Pero si el hombre ha fracasado, ¡entonces, adelante!” (Friedrich Nietzsche,’Así habló Zaratrusta’).


FRACASAR (3):

“Para palpar las intimidades del mundo es preciso saber: a) Que el esplendor de la mañana no se abre a cuchillo, b) El modo como las violetas preparan el día para morir, c) Por qué será que las mariposas de bandas rojas tienen devoción por las tumbas, d) Si el hombre que toca en la tarde su existencia en un fagot, tiene salvación, e) Que un río que fluye entre dos jacintos lleva más ternura que un río que fluye entre dos lagartos, f) Cómo entrar en la voz de un pez, g) Cuál es lado de la noche que humedece primero. Etc. Etc. Etc. Desaprender ocho horas al día enseña los principios” (Manoel de Barros, ‘Didáctica de la invención’).

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