viernes, agosto 14, 2009

E A T: "Una apuesta a la alteridad, a lo diverso, a lo contradictorio..."

¿Qué nos provocan los prejuicios sociales, culturales, religiosos?

Cuando las palabras se pronuncian contra la voluntad de quien las pronuncie...

Hoy en día hay miedo a decir lo que sentimos, a transmitir pensamientos sin pedir permiso, el poder de las palabras penetran los cuerpos a tal punto que estamos objetivados porque nuestra estructura psíquica se constituye de las instituciones que nos formaron para ser lo que somos, nuestra familia, la escuela, la univesidad…La idea es ir mas allá de los prejuicios sociales, es una tarea difícil.
El termino “alteridad” se aplica al descubrimiento que el “yo” hace del “otro”, lo que implica el surgir de una amplia gama de imágenes de ese otro, del “nosotros”, así como visiones múltiples del “yo”. Tales imágenes, más allá de las diferencias, coinciden todas en ser representaciones —más o menos inventadas— de personas antes insospechadas, radicalmente diferentes, que viven en mundos distintos dentro del mismo universo.
El problema del "otro" es apasionante cuando apostamos a la alteridad porque el camino que te muestra es un algo extraño y en el que tenés que descifrar toda una historia de vida, decodificando signos para intentar “interpretar” y luego “comprender” un hecho, una historia de vida, un relato de un pobre, de un discapacitado, de un chileno.
En el andar... la tolerancia cero que se ve y se escucha en el espacio social, bajo sus multiformas de discriminación racial, étnica, de género, es cada vez más explícita…intentemos develar lo que se muestra como natural, como obvio, conlleva un trabajo de conciencia, de reflexión sobre nuestros propios prejuicios, nos permite estar advertidos cuando nos encontramos con un otro que es distinto, diferente...
Asumir una posición critica del propio pensamiento..
¿Qué es ser bueno, ideal, el sano, el normal, el esperable?
¿Qué imagen contruimos del otro?

Cuando nombramos a alguien como pobres, no le da la cabeza, lo que natura no da salmanca no presta, son partes del imaginario social y son inconscientes...en ocasiones las palabras se pronuncian en contra de quien las pronuncie.
Parece un tema obvio, pero los que pasamos por la vida social, en la escuela, en el trabajo, el modo en que miramos a un alumno, alumna, las formas de nombramiento, las adjetivaciones, "Brillantes tus ideas" construyen la autoimagen, se tornan como posibilidades y como límites para otros "de argumentos pobres".
Cada uno de nosotros, docentes, alumnos valemos en función de lo que familias, escuelas nos devuelven, así el poder de nombramiento de estas instituciones llegan a tal punto a ser corporizadas, cargados de adjetivaciones...
Uno de los problemas fundamentales que surgen ante la presencia de la alteridad es que de acuerdo a como el yo imagine o conciba a otras personas, antes radicalmente desconocidas, así habra luego que comportarse con ellas, hasta el grado de que al otro se le ha de poder negar su propia realidad subjetiva, cultural, idiomática, etcétera. Surge entonces el problema del otro o de la alteridad.
Así hay atributos considerados como vergonzantes, "el pobre", la persona se va construyendo una identidad deteriorada, un nombramiento negativo: "es un negro" o "un alumno repitente" vale más que su propio nombre Juan Pérez.
Cuando uno mira al otro como repitente, la repitencia termina siendo un estigma como marca negativa. Ser pobre puede ser un estigma, límite supuesto para la escolarización.
Los estigmas son sociales, los naturalizamos como parte de la realidad, son formas de clasificación que hace la sociedad.
La cuestión estriba en replantear las formas de adjetivación que hacemos cuando nos encontramos con una persona...sea ésta un alumno repitente, un maestro, un discapacitado, un musulman, un alumno problema, un alumno violento...estan en la sociedad, son construcciones sociales que es necesario develarlas e intentar hacerlas callar aunque se anuncien en contra de nuestra voluntad... para que el propio estigmatizado no termine asumiendolas como propias. Esto tiene consecuencia en lo que Bourdieu va a definir como el "sentido de los límites".
Es intentar evitar el lenguaje convencional, aquel que te dice de antemano quién sos, pues se corre el riesgo de padecer una dominación, subordinación porque nuestras categorías de conocimiento y percepción se cruzan en las palabras, quieren hablar y es una lucha... una contradicción porque estamos educados desde mandatos familiares, sociales, legados culturales, esquemas normativizadores que tienen la edad de los prejuicios.
"Pareciera que cada palabra se pronuncia contra la voluntad de quien las pronuncie..."
Cabe aclarar que las críticas vertidas en estas líneas tienen la intención de abrir caminos para pensarnos y discutir sobre los detalles cotidianos y sutiles que no optimizan el fluído vínculo entre docentes y alumnos en la tarea como educandos y educadores.

Por: Soledad López

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